Hoy vengo de plagio. Digooooo... de homenaje. Porque sí, porque el entorno bloguero sólo le da a una alegrías. Alegría de conocer gente maja que comparte su tiempo, el sentido del humor y otras muchas cosas conmigo. Estando el mundo tan revuelto parece mentira que ni unas carcajadas plenas se pueda echar una. Siempre pensando si lo que se dice ofenderá a alguien, si será o no apropiado a la circunstancia o si el disfraz de fresa que te compraste el año pasado para Carnaval será el atuendo adecuado para pasar la frontera con Francia.
Así que, por todo esto y más, he decidido que voy a poner en marcha la sección: Te copio y te lo cuento porque no tengo vergüenza. Y es que tengo el borrador con un puñado de recetas que he ido probando de blogs ajenos-amigos que creo que merece la pena compartir ensalzando, además, al propio autor de la misma. Hay que aprovechar que de momento no existe una SGAE bloguera culinaria y decir a los cuatro vientos que sí, fui yo la que intentó imitar subrepticiamente tu receta.
~ Te copio y te lo cuento porque no tengo vergüenza ~
Episodio I
Hoy en la sección que comienza tengo el horno y el honor de presentaros mi copia chusca de las Bolitas de queso en aceite y especias de El cuaderno de Recetas. Nuria, a la que casi todos conocemos porque es una artistaza de revista, se marca unos platos que es verlos y saltar de la silla a la cocina. Originales, fáciles y que pintan mejor que Van Gogh.
Mi versión de las bolitas de queso se enmarca en la categoría aristotélica de "paso de hacer el queso". Cuando me fui corriendo a la cocina a preparar las albondiguillas no tenía kéfir. Pero ahora que, gracias a ella (todo hay que decirlo. ¡Gracias infinitas!), empiezo a cultivar mis propios condumios kefirados tendré que hacer la versión original. Entre tanto admito que las bolitas preparadas con la alternativa de queso fresco batido fueron más que satisfactorias y acompañaron a las espinacas y a los benditos higos con una dignidad que ni Carmina Ordóñez lavándose los pies con Coca Cola en el Rocío (esa imagen me marcó de por vida). El vinagre de cerezas también es como un (T)Rolex de mantero, copia descarada de otra delicia que añado en otra entrada. Os dejo por aquí el enredo.
Mi versión de las bolitas de queso se enmarca en la categoría aristotélica de "paso de hacer el queso". Cuando me fui corriendo a la cocina a preparar las albondiguillas no tenía kéfir. Pero ahora que, gracias a ella (todo hay que decirlo. ¡Gracias infinitas!), empiezo a cultivar mis propios condumios kefirados tendré que hacer la versión original. Entre tanto admito que las bolitas preparadas con la alternativa de queso fresco batido fueron más que satisfactorias y acompañaron a las espinacas y a los benditos higos con una dignidad que ni Carmina Ordóñez lavándose los pies con Coca Cola en el Rocío (esa imagen me marcó de por vida). El vinagre de cerezas también es como un (T)Rolex de mantero, copia descarada de otra delicia que añado en otra entrada. Os dejo por aquí el enredo.
Para dos raciones:
200 g de espinacas
8 higos cortados a la mitad
8 bolitas de queso
un chorrito de vinagre de cerezas
sal y aceite al gusto
cardamomo molido (opcional)
Lo único que tiene misterio son las bolitas de queso.
Para 8 bolitas de queso
Un tarro grande de queso fresco batido (de unos 400 g, depende de la marca que compremos)
Semillas de Amapola
Aceite de Oliva Virgen Extra.
En un colador de tela con un recipiente debajo (para que recoja el suero) ponemos a escurrir el queso fresco batido en la nevera. Yo lo dejé un día y medio para que quedara más prieto. Una vez tenga textura dura cogemos porciones del queso y damos forma de bola. Pasamos por las semillas de amapola.
Preparamos un tarro de cristal (esterilizado) en el que echaremos aceite de oliva. Introducimos las bolitas de queso, cerramos el bote y lo dejamos una semana. Pasado el tiempo sacamos las bolitas (yo las puse en papel de cocina para que escurrieran) y volvemos a rebozar por las semillas de amapola.
Ya podemos colocar todos los ingredientes. ¡A disfrutar!